Cuando un gato se lame compulsivamente el manto, e
incluso se produce calvas en el pelo, es una señal clarísima de que el
pobre gato se aburre hasta la exasperación. Cuando el lamido es tan
excesivo, puede derivar en una lesión dérmica llamada granuloma acral, un problema de salud grave que debe tratarse cuanto antes.
Al margen de los daños en su pelaje, esta conducta es muy estresante
para el gato. Esto puede afectarle mentalmente e inducirle a la
depresión. También se trata de una actividad peligrosa, ya que puede
propiciar las peligrosas y molestas tricobezoares (bolas de pelo estomacales).
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